Protégelos también en el mundo virtual
Arturo Canalda. Defensor del Menor 08.10.2009
Las nuevas tecnologías, especialmente Internet y la telefonía móvil, se han instalado en las vidas de nuestros adolescentes y jóvenes como herramientas de uso habituales e irrenunciables. Son, además de una fuente inagotable de información, una forma distinta de concebir las relaciones sociales e interpersonales, muy útil, sí, pero no exenta de riesgos. Frente a ello, los padres debemos asumir la necesidad de ampliar el ejercicio de la patria potestad también al terreno virtual, tal como hacemos en la vida real.
Pero es necesario dar un paso previo. Debemos reducir en lo posible la marcada brecha que existe respecto a los hijos en manejo de las nuevas tecnologías porque solo así, desde el conocimiento, se pueden entender y atajar los problemas. Esta generación de adolescentes aventaja claramente a sus padres en esta materia, pero todo ese control no lleva aparejada una cuota igual de responsabilidad y precaución.
Las redes sociales son ya imprescindibles para ellos. Si no pertenecen a una de ellas (Facebook, MySpace, Tuenti,...) simplemente no existen, no se les tiene en cuenta. A priori, no son elementos negativos, más bien al contrario; promueven relaciones personales y sociales y también están siendo utilizadas para generar debate social o político, para promocionar música, libros, actividades, cultura¿ Pero sí pueden ser potencialmente peligrosas si no se emplean de manera adecuada, cosa que sucede con frecuencia entre los adolescentes y jóvenes, poco conscientes de las consecuencias que pueden tener algunas de sus acciones en la Red.
La exhibición que hacen de su intimidad y de la de sus cercanos (familiares, compañeros o amigos) es un claro ejemplo de ello. Subir a la Red fotografías o vídeos no solo es una posible vía de acceso para personas con dudosas intenciones o, incluso, para los medios de comunicación. El que lo hace puede, además, estar cometiendo un delito al vulnerar la intimidad de terceros sobre aspectos privados que están legalmente protegidos, especialmente en el caso de los menores. Y no sólo se trata de las fotografías; una webcam en la habitación, un blog o un foro en el que se participa con otras personas son también formas de exhibir la propia intimidad. Hay que saber que, aunque esta información esté abierta al público, no puede en ningún caso ser utilizada por otros y que la Ley es severa en este sentido. Ni los datos personales de un tercero, ni su imagen, ni las comunicaciones que mantenga pueden ser expuestos públicamente. Sin embargo, los adolescentes lo hacen con frecuencia, y las consecuencias se están produciendo diariamente: perjuicios a terceros seguidos de la pertinente denuncia y la acción judicial.
¿Qué podemos hacer?
¿Qué podemos hacer?
Los padres tenemos que vigilar lo que hacen nuestros hijos en Internet. Tratar de conocer qué páginas visitan, cuáles son sus perfiles en las redes sociales y si algunas de sus acciones son inadecuadas e, incluso, punibles. Debemos ser capaces de transmitirles claramente cuáles son los límites y conseguir que ellos los respeten. El único camino es educarles en el uso responsable de las nuevas tecnologías, mediante consejos y pautas básicas de actuación. Que no cuelguen su imagen ni sus datos personales, así como tampoco la de terceras personas sin su consentimiento; que no pueden amenazar o insultar a través de Internet, ni grabar con los móviles determinadas conductas que luego terminan siendo de dominio público en Youtube. Deben saber que en Internet no existe el anonimato absoluto, que cualquier rastro puede ser investigado y que la Ley se aplica en todos los casos. Y valorar el hecho de que todo lo que se haga adquiere un efecto mucho mayor si se difunde por la Red, incluso las simples bromas, que pueden acabar escapándose de las manos y perjudicar seriamente a otros.
En definitiva, que se acostumbren a valorar las consecuencias de cada uno de sus actos. Como decía nuestra reciente campaña: ¿Antes de colgar tu imagen en la Red, piénsalo¿, consejo que tenemos que transmitirles con claridad, no sólo respecto a su propia intimidad, sino también ¿y especialmente- a la de los demás. Las nuevas tecnologías son herramientas imprescindibles, muy útiles, no sólo para el trabajo, sino también para el estudio y el ocio. Lo que hay que evitar es que estas herramientas se conviertan en armas.
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